DF Conexión a China | China ensaya el futuro en Xiong’an
Juan Esteban Musalem Presidente Cámara Chileno China de Comercio, Industria y Turismo CHICIT
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Juan Esteban Musalem
Desde principios de 2021 que China ha venido poniendo en marcha diversos planes piloto para evaluar el uso masivo del yuan digital. La iniciativa tiene como objetivo reemplazar parte del dinero físico en circulación, bajo la atenta mirada del Banco Central de China, entidad que se encargará de emitir esta nueva moneda electrónica.
Durante junio, las pruebas llegaron a la Xiong’an New Area, distrito ubicado a unos 100 kms al suroeste de Beijing, en donde el yuan digital ya se usa para pagar los salarios de algunos trabajadores, mientras que un sistema de lotería ha permitido que cada residente pueda optar a una determinada cantidad mediante una aplicación móvil.
Desde su nacimiento en abril de 2017, Xiong’an ha servido de campo de prueba para la concreción de numerosas ideas económicas, tecnológicas y urbanísticas, como esta del yuan digital. Sin embargo, la importancia de Xiong’an va mucho más allá, a tal punto que se ha transformado en un verdadero prototipo de Smart City, la ciudad del futuro que busca integrar innovación, desarrollo sostenible y apertura externa.
De acuerdo con los planes oficiales, la Xiong’an New Area unificará hacia 2022 más de 60 localidades rurales, con una superficie aproximada de 100 kms2, para reunir finalmente unos 2.000 kms2 en 2035; lo que equivale a unas tres veces la superficie de Santiago. Para el centenario de la creación de la República Popular China, en 2049, el distrito aspira a albergar a unos 25 millones de habitantes y convertirse en la zona más tecnológica, mejor conectada y más medioambientalmente sustentable de todo el país.
Según estimaciones de la multinacional financiera Morgan Stanley, el presupuesto total asignado al proyecto por el gobierno chino oscila entre US$ 170.000 y US$ 300.000 millones (más que el PIB de Chile), gran parte del cual estará destinado al desarrollo de infraestructura ultramoderna. Los montos involucrados representan casi 10 veces más que lo invertido para los Juegos Olímpicos de 2008, transformándose en el mayor proyecto de inversión pública de la historia de China. La visión de los implicados en la iniciativa es realmente idílica. El 70% de la ciudad estará cubierto por áreas azules y verdes, de modo de preservar los recursos hídricos y vegetales. Sobre el suelo, en tanto, la mayoría de los edificios no tendrá más de 45 metros de altura. Chapman Taylor, el estudio internacional encargado del diseño del plan maestro, asegura que todo lo que las personas requieran estará a una distancia de 15 minutos a pie de sus hogares. Es decir, una configuración espacial que modificará los patrones de transporte, garantizando que las principales instalaciones relacionadas con la vida doméstica se encuentren a una distancia razonable.
Exagerados o no, los anhelos implícitos en este megaproyecto reflejan una característica recurrente en el devenir político y social de China de las últimas décadas. La capacidad de integrar un enorme pasado histórico en un relato concreto y coherente de futuro. Muchos países podrían sacar provecho de experiencias de este tipo, si le dedicaran seriamente, un poco más de atención.